Doy toda la Gloria a mi padre Celestial que vive dentro de mí…
De solo pensar en ese título me acuerda a un gran episodio de mi vida, donde escribía de lo mismo y mi novio actual lo había leído, que lío aquel, pero mantengo mi posición de que existen cosas de tu pasado que tu pareja no debe saber…
A cada uno le tengo un nombre y cada uno tiene una historia, hoy no hablaré específicamente de cada uno de ellos, sino que quería plasmar en esta hoja, amor, solo uno o dos en la vida, no más.
Puedo vivir, puedo respirar, puedo alimentarme, puedo ser feliz, puedo reír, puedo llorar, sin ti, y con esto no digo que no eres importante en mi vida, pienso todos los días en ti, de hecho creo que Dios está cansado que le pregunte, ¿será de Dios, que no lo pueda olvidar más?
No lo amo por que no he pasado tanto tiempo con él, pero si fuese así, no lo dudaría.
Pasaron años sin vernos y aquel día de enero fue espectacular, sentir y ver como dos seres humanos después de tanto tiempo, sentían lo mismo por el uno y el otro, el nerviosismo, la postura, el deseo, y el corazón saliendo de nuestro pecho era algo inevitable.
Cierro los ojos y me exploto de la risa, de solo recordar la segunda vez que nos volvimos a ver después de tantos años. Al momento de despedida, no pudimos evitar el deseo por dentro de tocar nuestros labios, de hecho tuvimos que movernos por que la furia era tan fuerte que si nos encontraban, la sociedad nos juzgaría. Era un sentimiento que quemaba, deseábamos arrancarnos la piel, era como si nos volviéramos uno en dos, respirábamos rápido, el sudor nos daba un rico baño, las palabras obscenas volaban por los aires, algo de el latía, algo de mí se volvía un mar. Pero el tiempo nos paró, la noche era corta, su teléfono sonaba sin cesar, la desesperación se hizo amiga de los dos en ese momento, concluimos con una pregunta. ¿Me extrañabas? Nuestras respuestas fueron si, los te quiero salían automáticamente de nuestras bocas. Esa noche fue espectacular.
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